4 feb 2010

Noviembre Obliga

Tenía 19 años cuando decidí dejar constancias del paso del tiempo en mi cuerpo. Aún no era consciente de que para ello era innecesaria mi colaboración. Entonces estampé en mi virginal anatomía una mariposa de alas violetas. Recuerdo el dolor de aquella experiencia con la satisfacción con las que se vive un acto de coraje y cierta rebeldía. Aunque lo cierto es que llegue a aquel sucio salón de tatuajes de la mano de mi padre.

Igual que muchos jóvenes de mi generación, arribé a la injusticia del mundo a partir de la literatura. Como todas las decisiones “definitivas” que tomaba por aquella época, el tatuaje en la ingle estaba inspirado en ellas y estaba mediada por la urgencia del “para siempre”. Quien iba a decir que una década más tarde los motivos que lo inspiraron tendrían más vigencia que nunca, y las ansías por cambiar el mundo serían más fuertes todavía.

Por eso noviembre me obliga.

El 25 se conmemora el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Y como un estigma de calendario, se omite, casi impunemente, las causas de tal conmemoración.

Así, los sangrientos hechos de Marzo y de Mayo, cuando cientos de mujeres y hombres de la clase trabajadora murieron resistiendo el sistema de explotación se trasforman en la memoria colectiva. Y entonces el 1ero de Mayo ya no es el día del trabajador sino el día del trabajo (como si no lo fuesen todos los días!!!) Y los 8 de Marzo, se festejan con bombones y flores y no reivindicando los derechos internacionales de las mujeres trabajadoras.

Por eso noviembre me obliga.

Porque es necesario volver a aquel 25 de Noviembre de 1960, y a la historia de aquellas mujeres y el tirano. A esa pequeña isla caribeña y a las causas de la violencia que en aquel noviembre exterminó a las Mariposas.

Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron miembros activos del Movimiento 14 de Junio, contemporáneo del cubano Movimiento 26 de Junio, que se organizó para derrocar la Dictadura de Rafael Leónidas Trujillo quien concentró el poder absoluto de la República Dominicana, durante 31 años.

Mariposas, era el nombre en clave con el que éstas tres hermanas, eran conocidas  dentro de la organización y como fueron reconocidas por la Historia. Las tres se iniciaron en su actividad política motivadas por distintas causas. Patria, por la religión y su fe cristiana. Mate, por amor y Minerva por su convicción de que la injusticia social sólo podría revertirse mediante la revolución de la sociedad y especialmente de revirtiendo  el rol de las mujeres en ella.
Por su militancia, fueron encarceladas y torturadas en varias ocasiones. A pesar de estas situaciones, continuaron con su lucha por lo que el régimen de Trujillo decidió exterminarlas. El 25 de noviembre de 1960, sufrieron una emboscada por parte del Servicio de Inteligencia Militar mientras regresaban de visitar a sus maridos  que se encontraban  encarcelados  por cuestiones políticas. Las hermanas, totalmente desarmadas, fueron llevadas a unas plantaciones de caña, y luego apuñaladas y estranguladas.

A partir de 1981, El movimiento Feminista Latinoamericano y del Caribe tomó el día de su muerte como el día internacional de lucha por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

La lucha contra la violencia hacia la mujer es una lucha histórica que tiene sus comienzos con el origen mismo del sistema patriarcal y que con el capitalismo éstas se han potenciado debido al cuestionamiento que las organizaciones políticas y sociales, especialmente las organizaciones de mujeres han venido haciendo.

Las desigualdades sociales son resultantes de un sistema social dividido en clases. Un sistema que es jerárquico y donde la subordinación está también determinada por el género. La violencia en una forma concreta de materialización de las relaciones sociales, fundamentalmente de las relaciones de poder, sean éstas de hombres sobre hombres, hombres sobre mujeres e incluso de mujeres sobre mujeres.

Pero sin dudas, la violencia contra la mujer es una de las formas más crueles y evidentes de esas desigualdades sociales. En ella se encuadran cualquier acción o conducta basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a las mujeres. Esta definición de violencia de Belém Do Pará incorpora en ella el concepto de género.

Por eso noviembre me obliga.

Incorporar el género en la forma de pensar y en el lenguaje es una forma de lucha concreta contra dichas desigualdades porque atacan directamente el sistema que genera violencia.

Esta perspectiva nos obliga a comprender todas las manifestaciones de violencia que se ejercen contra las mujeres tanto en el ámbito privado como en el público, y, por lo tanto, abarca múltiples y heterogéneas problemáticas.

Incluye la violación, el maltrato, el abuso sexual, el acoso sexual en el lugar de trabajo en instituciones educativas y establecimientos de salud. Contempla, asimismo, la violencia ejercida por razones de etnia, sexualidad, trata de personas, prostitución, privación arbitraria de la libertad, tortura, secuestro.

Esta definición abarcativa nos obliga a denunciar la violación de los derechos a la libertad, a la integridad personal y a la salud, y todos aquellos actos y discursos que cercen el goce pleno de los derechos civiles, sociales, económicos y culturales de las mujeres y por lo tanto cualquier violación a ellos es un asunto legítimo de los derechos humanos.

La violencia basada en el género revela la diferente distribución del poder, reforzando así la desigualdad y la subordinación social de las mujeres haciendo que éstas se transformen en destinatarias de diversas formas de violencia.

Las mujeres, cotidianamente, somos víctimas de un sistema que ejerce impunemente su violencia sobre nosotras. Y todas estas expresiones se dan tanto en el terreno de lo público como en el de lo privado. El problema deviene cuando nos dejamos atrapar con el discurso hegemónico de la víctima individual y que lo sucedido es parte de la lo “íntimo”. La violencia hacia las mujeres se instituye cuando ante cualquier tipo de violencia nos condena el por algo será.

Por eso noviembre obliga.

Las mariposas encontraron una muerte violenta planificada por el poder y ejecutada por sus hombres por hacer política, en lugar de cuidar a sus hijas e hijos. Las prostitutas muertas por sus clientes, son presentadas como eso, y no como lo realmente son :mujeres asesinadas cuya vida fue violentada y arrebatada. Las cientos de mujeres golpeadas y asesinadas por sus parejas o ex parejas, son víctimas de crímenes pasionales y no víctimas de un sistema que las expone miserablemente sin protección alguna a quien las consideran de su propiedad, victimas de feminicidio.

Los abusos sexuales y violaciones a mujeres y niñas, en los que en la mayor parte de las veces son provocados por familiares, evidencian también la cosificación de la mujer. El cuerpo de la mujer es algo que puede tomarse con tanta ligereza igualmente para el placer de otros como para vender lavarropas o yogures dietéticos. Y en esa naturalización la violencia se instaura. 

Los medios de comunicación nos bombardean con cuerpos perfectos inalcanzables para nosotras, las mortales y naturaliza con ello que se exporte cirugía estética de idéntica y siniestra manera con la que se exporta mujeres y niñas para ser explotadas sexualmente. 

Mientras tanto, sin cuestionamiento alguno el silabeo alienado: mi mamá me mima y amasa la masa y papá fuma pipa en la sala sigue enseñando desde la escuela un lenguaje sexista cargado de violencia.

La violencia se legitima cuando somos cuestionadas por nuestra elección de no ser madres o de elegir cuando serlo. O cuando decidimos las formas de nuestro placer. O con quienes tenerlo. Porque como dice Roque Dalton “nadie discute que el sexo es una categoría política…pero donde los líos empiezan es a partir que lo dice una mujer…Porque cuando una mujer dice que el sexo es una categoría política puede comenzar a dejar de ser mujer en sí para convertirse en mujer para sí, constituir a la mujer en mujer a partir de su humanidad y no de su sexo…”

Por eso noviembre nos obliga. A cuestionar lo establecido y a accionar en consecuencia, rompiendo lo normado. A gritar frente el silencio cómplice. Implicarnos éticamente complicando a quienes nos violentan. A traspasar el miedo para que nos teman.

Y a ser honestos. Construir una sociedad igualitaria, requiere deconstruir las jerarquías y con ello nos obliga a ser capaces de renunciar concientemente y sin especulaciones a nuestros privilegios.


"Ya era hora , ahora me toca a mí !!! ...harta de ir pa´ca y pa´lla con mis niños a cuestas y la casa colgando... Ahora decido por donde ando. Ya era hora...A hora me toca a mí ..." 

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...Gracias...ʚϊɞ