i.-
Tenía un
matrimonio feliz hasta que me enamoré de otro hombre. Antes de conocerlo mi
vida era mucho más simple, tal vez más gris y aburrida pero al menos posible.
Me cuesta
encontrar el punto exacto en donde se inició el caos y los pocos recuerdos que
aún conservo lo ubican en un día como el de ayer.
Nunca nadie
lo vio conmigo y, sin embargo, todos a mí alrededor fueron alcanzados por su
embrujo. Mis ojos, mi sonrisa y hasta la piel irradiaban su presencia.
Quisiera que
los acontecimientos fuesen distintos pero soy incapaz de controlar los
estímulos que siento en el cuerpo cada vez que lo pienso. De haber tenido una
opción, hubiese elegido no sentirlo. Hice lo que pude y construí –paralelo- un
universo donde la correspondencia nos hizo vivir plácidamente.
El
psiquiatra dice que él no es real y tampoco mis recuerdos. Que todo es producto
de mis deseos: la más creativa de mis utopías.
Mis afectos sinceros, todavía incrédulos y confundidos, me ruegan que lo
deje ir, que lo borre de la memoria, aún sabiendo —ellos y yo— que para
hacerlo debo matar a la mejor versión de mi misma. Porque si él no está,
él no es y ni siquiera existe entonces yo tampoco puedo serlo.
La prescripción médica me obligó a
quemar cada una de las diez mil cartas que me
escribí fingiendo ser aquel hombre inquietante, atento y honesto que un día me abrió una puerta. Pero las
llamas de aquel ritual no han conseguido llevarse consigo las marcas que su
ternura le imprimió a mi cuerpo. Su capacidad de estimularme resiste cualquier
intento químico por quitarle a mis células los recuerdos.
El
procedimiento para recuperar la sensatez es tan doloroso que empiezo a idear
una farsa capaz de convencer a cualquiera que ya no lo siento; crear una forma de ocultar que me duelen sus
miedos y le temo a su tormento. Una mentira donde su sabiduría no me
alimente y su risa redima mi aliento. Necesito ahogar cualquier evidencia que
me conmueve solo con su existencia. Y traicionar así su confianza y romperle el
corazón, aprendiendo a vivir sin necesitarlo o haciendo de cuenta que puedo.
Mientras voy
asesinándolo con pastillas de colores puedo ver en sus ojos oscuros nublados
por la angustia y lo escucho pedirme perdón. Por no salvarme, por no conseguir cuidarme,
incluso de él y sus deseos. Lo veo morderse la boca para contener mi equilibrio
y en su defensa, también se deja morir y con él a nuestros sueños.
Casi sin resistirme ingreso a un túnel que promete -del otro lado- devolverme la cordura. Me dejo vencer con la esperanza que al despertar todavía lo encuentre.
Apenas consigo mantener los ojos
abiertos, pero aún así puedo percibir en los de mi marido su desolación. Aunque
nuestra pareja se basó más en la lealtad que en la fidelidad, su amor
incondicional y su confianza en el tratamiento no logran soslayar la certeza
que jamás
volverá a ser el hombre más importante en mi vida.
Porque en cada resquicio de la
memoria quedará –clandestino- una fracción de su presencia. En todos libros
encontraré un camino de regreso hacia nuestra intimidad; en cualquier sábana reinventaré su perfume y ante una duda
buscaré en sus ideas una salida.
Y cada ausencia validara
su existencia. Nada más cercano a lo cierto y definitivo: la sombra del hombre
invisible eclipsará cada uno de nuestros días hasta que al fin lo encuentre.-
Yo vivií estas emociones.Y al leerte tuve el recuerdo mas bello,que aún no he podido olvidar.Gracias por escribir emociones tan bellas.Malala Figueroa. @bastabos
ResponderEliminarGracias, Malala por encontrar belleza donde yo sólo encuentro dolor.
EliminarBesos.-
Hola Clara u Hola Oscura, sea a quien en esta mañana de jueves yo escriba. Paso a decir dos o tres cosas o tal vez menos. Ayer, justo me encontré con este texto de una escritora que conocés vos mas que yo (http://150abecedarios.tumblr.com/post/8128112493/11-mirame#disqus_thread). Al leer ese texto pensé en un hombre invisible. Un hombre invisible no es un hombre sin rostro, pero yo pensé en ese hombre igual. Hoy llego acá y aparece una hermosa y no menos terrible narración acerca de un hombre invisible. Me tomo el atrevimiento de ahora, pensar en un hombre sin rostro.
ResponderEliminarPorque si el hombre invisible (a lo HG Wells ponele) no puede ver. Este hombre invisible, tampoco. La que no ve es la que protagonista y el que tampoco ve es el marido. Nadie ve nada y las cosas suceden, mas imperceptibles que invisibles, alrededor de una adicción. Adicción, es no decir. Hay adicciones para cada color y no hablo de pastillas. La adicción a un olor es la invisibilidad hecha pedacitos. No se sale facil de una adicción que no puede verse pero que vive con la presencia de un futuro que ya llegó hace rato. Lo que falta es solo verlo. Cuando esto sea, todo se habrá dicho, como dice usted.
un saludo
Arrabal
Y poder salirse. Eligiendo la puerta correcta. O la equivocada pero que salva.
EliminarGracias, Luciano, por siempre estar
Cl.-
El problema de los hombres invisibles es que quedan para siempre dando vueltas en el aire.
ResponderEliminarComo una tentación, un castigo…o un modo de hacerse eternos.
Beso, CL.
M.
Para hacerse costra indeleble, error insatisfecho y literatura descartable.
EliminarO un amor, como los que ya no quedan. O no entran.
Besos, M.-
Que narración tan emotiva, triste, intensa, real. Me conmueve, y en ciarta forma, lamentablemente, me siento reflejada. Permitime quedarme con "todos a mí alrededor fueron alcanzados por su influjo. Mis ojos, mi sonrisa y la piel irradiaban su presencia". Me ayuda a entender e inclusive a poder formular una respuesta evasiva a los constantes comentarios respecto a lo diferente e innegablemente mejor, que me ven mi familia, amigos, conocidos. Un placer leerte, realmente
ResponderEliminarPaula, el amor tiene pliegues y dobleces, que jamás podrán expresarse de forma tangible.
ResponderEliminarSe siente, amar a alguien más allá de todo nos vuelve inmensamente poderosos y frágiles.
Un gusto.
Cl.-
Genial, Clara.
ResponderEliminarGracias, Corazón Oscuro.-
EliminarAntes de acabar de leerlo sabía que iba a ponerte una de ese disco.
ResponderEliminarMe ganaste de mano, en las dos cosas.
El dolor sirve de muchas maneras, la que más me gusta es la que lo convierte, de alguna manera, en arte.
Gran entrada, Claroscura.
El Gusano.
Me abstengo de abstenerme.
http://youtu.be/uUIyG_mO990
Me llevaste con tus palabras, de la mano a sensaciones que hacía mucho no sentía.
ResponderEliminarUn placer haberte leído.
Desde ya auguro que no va a ser ni la única ni la última vez.
CS.
Cómo a veces la realidad nos aleja de nuestros deseos. ¿Cuál es la realidad? ¿Existe tal cosa? Hay preguntas que tal vez no tengan respuesta. Por lo menos no para nosotros.
ResponderEliminarBesos.